Casi un siglo después, París abrió oficialmente las aguas del río Sena al público, permitiendo que bañistas se sumerjan legalmente desde este sábado en tres zonas habilitadas, cerca de la Torre Eiffel y la catedral de Notre-Dame.
Con duchas, vestidores y seguridad, las áreas funcionan como piscinas naturales en pleno corazón de la ciudad. Es un hito que marca la transformación ecológica de París y se produce justo antes de los Juegos Olímpicos, donde el Sena será protagonista de eventos acuáticos.